Nuestra Canciller ahora opina que Panamá debe seguir los ejemplos de Colombia, Chile y Costa Rica que se han incorporado a la OCDE. Según la canciller, estar en la OCDE mejoraría nuestra institucionalidad, como sin duda ha mejorado la de México, miembro fundador de la OCDE.
La OCDE aparentemente tiene estándares institucionales y mediciones muy robustos, y que esto le serviría a Panamá, que se está quedando atrás en institucionalidad, pero que a alguna gente no le va a gustar, dice la canciller.
Y tiene razón, yo soy uno de aquellos a los que no les gusta esa idea. Y como buen lobo tengo mis motivos. La idea que la OCDE está dando prioridad en sus actuaciones internacionales a la “competencia fiscal perjudicial”, sobre temas como la educación, o la justicia y otros temas institucionales, deja en claro una cosa. La OCDE es más o menos lo mismo que la Unión Europea post Euro. Dicen las malas lenguas que la Unión Europea es un club alemán. O sea que el manejo de la política monetaria y fiscal de la Unión Europea tiene como objeto defender más que nada los intereses alemanes. El Euro evita que los estados usen la moneda propia con fines proteccionistas y hace barato comprar productos alemanes para quien tiene Euros. La política fiscal y regulatoria de la Unión Europea tiene como función principal defender el Estado del Bienestar Alemán asegurándose que no puedan surgir competidores de las industrias alemanas que sostienen el estado del bienestar con sus impuestos en otros países. La Unión Europea busca ahora estos start ups en el este o sur de Europa en la cuna.
La OCDE actúa de manera similar, pero a nivel internacional. Mantiene la división del trabajo como está. Los países ricos acaparan las inversiones y los países pobres solo seguirán exportando materias primas. Cuando hablamos de competencia fiscal perjudicial, estamos hablando de evitar que los inversionistas de países desarrollados con impuestos altos no puedan escapar a países subdesarrollados con impuestos bajos. Al final, tras el discurso bonito y lindo de anticorrupción e institucionalidad, queda sólo esto. Sino pregúntenles a los mejicanos, fundadores de la OCDE, qué tan institucionales y libres de corrupción se encuentran. Pero que están cogidos por la burocracia, están.
Otro argumento para que Panamá entre en la OCDE es que al final siempre nos aplican las regulaciones aunque no seamos miembros; por lo menos si estamos sentados a la mesa de la OCDE, podemos discutir las regulaciones antes que nos las apliquen, al estilo de la membresía del Reino Unido en la Unión Europea, según Yes Prime Minister. Que el Reino Unido se unió a la Unión Europea para luchar desde adentro contra ésta. Bueno, ya sabemos que al final no les funcionó y se han tenido que ir como sea de la misma. Panamá en la OCDE sería un disidente entre un mar de creyentes. Además, ser disidentes requeriría un gobierno de Panamá que tenga ideas claras sobre qué quiere hacer para el país y pueda disentir con las propuestas de los demás miembros de la OCDE de manera firme y sustentada, algo que Panamá no ha hecho, por lo menos durante la actual Cancillería.
Y no es la única manera de hacer sentir nuestra voz. Otro método es asociarse con los países no miembros de la OCDE a los cuales les han querido aplicar normas de la OCDE sin ser miembros. Y plantear una estrategia diplomática común que debe incluir usar los instrumentos de derecho internacional, sobre todo cuando buscan aplicarle a países miembros normas que los propios países miembros no se aplican a sí mismos en una jugada proteccionista. Eso es algo que el actual gobierno nunca quiso hacer. Bajarse los pantalones con la OCDE y, de ser posible, ser miembro putativo de la organización, parece que siempre fue la política no manifiesta del actual gobierno. Me alegro que al final lo digan.
Y me alegro que ya no les quede tiempo para meternos en la OCDE.
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