George Orwell, en Rebelión en la Granja dijo “todos somos iguales, pero unos somos más iguales que otros”. Y esto parece aplicarse a los Estados, donde pareciera que las garantías y estándares morales que se exigen a los ciudadanos no son las mismas que se exigen a los funcionarios y políticos; de hecho en Panamá pareciera que son más suaves para los políticos que para los ciudadanos de a pie.
Si un gamberro virtual usa fotos de una bloguera rusa para difamar a la procuradora, el Ministerio Público actúa con una celeridad nunca vista cuando es un ciudadano común el que tiene una amenaza que pone en peligro su vida. O cuando se exigen un montón de trámites para poder legalmente acusar a políticos de delitos concretos, que no se exigen a un ciudadano de a pie. Uno de estos temas es la penalización de delitos donde el ciudadano debe dinero a la administración pública, concretamente el tema de la evasión fiscal.
Anteriormente, antes de la Ilustración, era común que muchas personas dieran con sus huesos en la cárcel por temas de deudas, y por lo tanto, una de las cosas que se propuso la Ilustración fue el eliminar la cárcel por deudas. Pero una cosa era deberle a Juan de los Palotes y la otra deberle al Rey.
Panamá, país pensado por un liberal con raíces profundas en el liberalismo del siglo XIX y XVIII, el liberalismo de la Ilustración, sabía tácitamente esto, y se resistió a penalizar la evasión fiscal. Era para el panameño un corolario del principio liberal de que no habrá cárcel por deudas. De hecho, el Art. 21 de la Constitución Nacional reza en su frase final: No hay prisión, detención o arresto por deudas u obligaciones puramente civiles. Sin embargo, por presiones externas de los “estándares internacionales” Panamá está dispuesta a ceder más aún y alejarse por primera vez de estos principios liberales para permitir que deberle dinero al Rey, perdón, al ESTADO, sea penalizable con la privación de la libertad. Un precepto Constitucional está a punto de ser violentado.
Y esta penalización de la evasión fiscal va a traer consecuencias en un país donde la actuación del Ministerio Público y el Sistema Judicial han sido poco neutrales respecto al poder político que controla al ejecutivo.
Pronto veremos los resultados, que no serán buenos, y los veremos comenzando por aquellos que hoy piden reformar la Constitución cuando ni siquiera pueden respetar la vigente, si es que aprueban la Ley mientras el pueblo está rezando.
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